Desde que Salvatore Mancuso fue aceptado en la JEP, no ha pasado un solo día en el que el Uribe no hable enérgicamente en contra de esta decisión.
Su inquietud se ha manifestado de manera palpable, ya que lleva cuatro días sin dormir, expresando su descontento a través de tweets lanzados a altas horas de la madrugada, un comportamiento que denota un nivel de desesperación notable.
Uribe sabe muy bien que la Fiscalía de Barbosa está a su pleno servicio.
Por eso ayer, Uribe solicitó formalmente a la Fiscalía y a la Comisión de Acusación que le permitan ofrecer su versión libre respecto al tema del paramilitarismo y las declaraciones de Salvatore Mancuso.
Resulta evidente que Uribe busca hablar ante la Fiscalía mientras Francisco Barbosa continúe siendo el fiscal general, pues obviamente así su caso no experimentará avances significativos.
Este intento de intervenir en el proceso judicial se manifiesta claramente en un espectáculo mediático, aparentemente diseñado para enredar y desafiar a la justicia.
Sin embargo, es probable que con el cambio de Fiscal General, la estrategia de Uribe llegue a su fin, ya que perdería su influencia que ejerce sobre la fiscalía actual y se vería obligado a enfrentar un escenario judicial más imparcial y autónomo.
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