La historia nos ha enseñado que la creación de brigadas de personas supuestamente destinadas a proteger la propiedad privada puede ser una de las peores ideas posibles.
Recordemos lo que sucedió en Colombia cuando un grupo de individuos se armó bajo el pretexto de protegerse, dando lugar a la formación de los paramilitares.
Colombia atravesó una de las épocas más oscuras de su historia, marcada por masacres, desplazamiento forzado, corrupción y genocidio.
En este contexto, es alarmante que José Félix Lafaurie, una figura controvertida que ha sido acusada de tener vínculos con el paramilitarismo, esté promoviendo la creación de lo que él llama “brigadas solidarias”.
Resulta irónico que el mismo hombre señalado por Salvatore Mancuso de haber mantenido reuniones y acuerdos con las cabezas de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) ahora proponga la formación de estas brigadas.
No solo Mancuso lo ha señalado, sino también el exgobernador Benito Osorio, condenado a 19 años de cárcel por diversos delitos, incluyendo desplazamiento forzado de población civil, lavado de activos agravado, testaferrato, concierto para delinquir y destrucción de bienes.
Osorio afirmó ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) que hubo al menos dos reuniones entre Jose Félix Lafaurie y el exjefe paramilitar Salvatore Mancuso, donde se discutió el apoyo de las extintas autodefensas para la elección de Mario Iguarán Arana como fiscal general.
Recientemente, el presidente Petro también ha expresado su preocupación al afirmar que “Fedegán debe aclarar si estos comunicados que llegan a sus afiliados provienen de su dirección, Ni más ni menos son una invitación al paramilitarismo, La reforma agraria implica un campesinado que hable, se exprese y solicite sus derechos“.
Es evidente que la propuesta de crear brigadas solidarias por parte de José Félix Lafaurie plantea un riesgo significativo para la sociedad colombiana.
Considerando su pasado y las acusaciones en su contra relacionadas con el paramilitarismo, esta no es la respuesta que el país necesita.
Debemos aprender de la historia y evitar regresar a un pasado doloroso que nos costó tanto dejar atrás.
La reforma agraria y la solución de los problemas deben buscarse a través del diálogo y el respeto por los derechos de todos los ciudadanos, incluyendo los campesinos.
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