Los Gilinski han adquirido recientemente El Heraldo, lo que significa que ahora poseen tres medios de comunicación: Semana, El País y El Heraldo.
En el caso de personas adineradas como los Gilinski, una vez que tienen la riqueza en sus manos, también buscan obtener influencia.
La adquisición de medios de comunicación puede abrirles puertas, ofreciéndoles la posibilidad de recibir invitaciones a reuniones políticas de alto nivel.
Cuando los medios de comunicación están bajo el control exclusivo de unos pocos individuos ricos, existe el riesgo de que se promueva una agenda particular y se silencien perspectivas críticas o alternativas.
No hay duda que los millonarios propietarios de medios deseen utilizar su influencia para impulsar sus intereses personales y mantener su estatus social.
El poder que los Gilinski están acumulando es enorme, con Semana, poseen el medio de comunicación más grande en términos generales.
Luego, adquirieron El País para tener una mayor presencia en el Valle del Cauca.
Ahora, con la compra de El Heraldo, han ampliado su presencia en el Caribe.
Sin embargo, surge la preocupación acerca de dónde queda la libertad de expresión cuando los ricos compran medios de comunicación y estos pasan automáticamente a estar al servicio de los intereses de los ricos.
¿Dónde queda la libertad de expresión en este escenario?.
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