Hace apenas unos días, el presidente Petro hizo una declaración en la que cuestionó la acción del magistrado Gerardo Botero, quien había interpuesto una tutela en contra de la terna de la Fiscalía General de la Nación.
El motivo de la controversia radicaba en el hecho de que esta terna estaba conformada exclusivamente por mujeres.
El presidente expresó su desacuerdo con la tutela, argumentando que la Constitución establece que, cuando la sociedad discrimina, es el deber del Estado corregir esa discriminación mediante medidas de discriminación positiva.
Sin embargo, en un giro de los acontecimientos, el magistrado Gerardo Botero ha salido a los medios, adoptando la posición de víctima, prácticamente está arrojando la piedra y escondiendo la mano.
Lo que ha parecido molestar al magistrado es que el público colombiano haya tomado conocimiento de su postura, cuando las ternas de candidatos están compuestas únicamente por hombres, esto no se percibe como machismo, no obstante, si la situación se invierte y las ternas se componen exclusivamente de mujeres, se considera una discriminación en contra de los hombres.
O podría ser que las candidatas propuestas no son del agrado de un sector político en particular o de aquellos que históricamente han ejercido influencia sobre el puesto de Fiscal General.
Por primera vez en Colombia, se avizora la posibilidad de que una fiscal general independiente asuma el cargo, lo cual podría estar desafiando intereses arraigados en la política nacional.
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